Tiempo de siega

¡Que se escuche! El quebrantar de huesos.
Que el viento soliviante flores secas.
¡Que no halle la vereda a casa!
Y mis pasos se inunden en las charcas
si me olvido de Ti…
¡Así lo confesé (No de otro modo)
Al traspasar los bordes
y la blanca tibieza de su cuello.
Ella en recompensa.
Al iniciar la siega; para octubre…
Me introdujo sin ruido entre sus piernas
¡Y me inicio! Callando…
En el dulce misterio de su carne.
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