Y solo entonces…

Cuando el bosque muestre su osamenta
y el prado sea;
una alfombra de guindas y de gualdas.
Cuando el jilguero calle
y el rocío se cuaje en los arbustos
por que el Sol
no calienta la enramada.
Entonces…
Solo entonces.
Cuando el cierzo se anegue entre mis huesos
la sangre ya no fluya,
y mis ojos no alcancen tu mirada.
Entonces…
Solo entonces.
El corazón se mantendrá en suspenso,
y la Torcaz… Me llorará en silencio.
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